“Así también debería ser para cada uno de nosotros como discípulos y para la Iglesia. Así como la ‘luna’, nosotros tampoco tenemos luz propia. Solo tenemos la luz que nos viene del ‘sol’, de Jesucristo. En nuestras propias vidas estamos llamados a reflejar la luz de Jesucristo; estamos llamados a llevar su luz a nuestro mundo; para disipar las tinieblas dando un testimonio fiel de su Resurrección”, afirmó.
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